Nublaron sus ojos nubes muy distintas pero tan iguales a las de antes. Aunque erudita ya en lo antojoso de los vientos, quiso que soplaran los cielos para saber ver mejor.
Al fin comprendió, después de mucho andar, de mucho andar esperando que alguien la tomara de la mano, que no siempre se ve más claro en la vereda del sol. Y conservó aquellas nubes en un "Most of the time", para tenerlas a tiro ante el primer resplandor.
Aún no estaba segura, pero escribió entre llantos que a veces hace falta tener las dos manos libres para poder estrujarse el corazón y taparse la boca al mismo tiempo.
martes, 4 de septiembre de 2007
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