Nota de la autora

Recién estuve a punto de mandarte un mensaje. Todavía estoy a punto, maldición.
Qué horror. Cuánta crueldad encierran los silencios por obligación. Se supone que el no hablar con vos es un gesto de amor. Se supone que el dejarte ir es dejar ir el egoísmo.
Me muerdo las venas para no llamarte, para no escribirte. Y es que sé que esto es lo mejor para los dos. Debe serlo. No hay otra. Pero quiero saber cómo estás, quiero que me cuentes qué estás haciendo ahora, quiero que me hagas chistes, que nos contemos el día, que arreglemos qué vamos a hacer mañana.
Hay películas que todavía hoy no veo porque pienso "ah, no, cierto, ésta la íbamos a ver juntos", y la reservo para después. La gran puta madre. Y cuando me preguntan si voy a algún lado el finde largo, me acuerdo de vos. Y cuando veo fotos, me acuerdo de vos. Y cuando por alguna puta razón pienso en cualquier cosa que me haya pasado o haya hecho en estos últimos años, ahí estás vos.
Y sé que ni siquiera hago bien en escribir esto acá, porque alguna vez me dijiste que leías mi blog, y no es bueno para vos que yo te diga esto. Pero¿sabés qué? Estoy harta, podridísima, re contra cansada de hacer las cosas "bien", de que los otros definan qué debo y qué no debo hacer.
Después de todo este es MI espacio , y no tendrías por qué estar mirándolo.
Y si lo mirás, bancátelo, loco, porque después de todo será porque me extrañás tanto como yo a vos. Y porque así es la vida, un conjunto de decisiones que cada uno va tomando, que los dos fuimos tomando y que, inevitablemente influyeron, influyen e influirán en la vida del otro.
Lo último que me dijiste antes de irte fue: "No te voy a llamar, porque no me nace". Y yo antes te había dicho "no te voy a buscar, porque sé que no nos hace bien".
Qué par de pelotudos.

Y llevo la culpa atada (como el nenito de "Primavera, verano..." te acordás?), y me siento la peor del mundo, y te juro que pesa toneladas. Pero me tengo que convencer de que no te quiero menos por la decisión que tomé, a lo mejor sea todo lo contrario.
Y los sentimientos no se secan de un día para el otro, ni un mes para el otro. Para mí hay sentimientos que no se secan nunca. Y los recuerdos cuando son muy lindos, no se borran jamás. ¿Y hace falta que te repita que sos parte de mi vida y lo vas a ser siempre? Si hace falta, o si lo dudaste alguna vez, es porque evidentemente no llegaste nunca a conocerme ni a entenderme.
Perdón por la extensión de este texto. Es que si dejo de escribir acá, me traslado al teclado del celular. Y no quiero hacer nada que te lastime. Quiero que seas vos el que me ofrezca un encuentro cuando lo sientas. Estoy acá para lo que necesites, cuando sea, SIEMPRE.
No sé cómo hacértelo entender, sos tan necio como yo.

Y me cago en todo y lo digo TE EXTRAÑO. ¿Está mal? ¿Te lastima? Yo creo que no.
Y es que si no lo digo de alguna manera, aunque sea con una mínima esperanza de que te enteres, voy a hacer implosión.

Y es que a veces lo único que necesito es que estés acá para abrazarme...