A menudo me pasa (cada vez más a menudo) sentir la necesidad de dar un salto, de cambiar rotundamente de vida. Sé que lo que hago está bueno, y que no tengo mayores cosas de las que quejarme. Pero tampoco quiero llegar a vieja y mirar para atrás con un dejo de arrepentimiento y frustración. Y sin embargo sigo, con una inercia escalofriante.
Pero hay un momento en especial cuando juro que esto se tiene que acabar pronto. Cuando viajo en el maldito 24 a la mañana para ir a trabajar!!!! Por Dios, no se puede tratar a la gente de esa forma!!! Juro que me siento la peor basura del mundo cuando tengo que entrar a presión en uno de esos malditos coches. Ni hablar de la línea D del subte. Por suerte no la tomo casi nunca, pero hoy me tocó y, creanme, siento que pierdo un poquito de dignidad cada vez que me resigno a seguir viviendo así...
martes, 10 de octubre de 2006
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4 comentarios:
ni hablar los veranos en la linea C...
¿¿¿Pero por qué, Mere, resignarse a subirse a algo que, además de ser desastrosamente incómodo, raramente nos lleva a donde realmente querríamos ir???
no tiene sentido princhipesa... por eso ya nos bajamos y vamos en doish patas... mejor asi!
los días que voy en tren a la facu, voy siempre una o dos estaciones colgado...no tiene puertas automáticas y va tan lleno que viajás colgado de las agarraderas esas que tiene a los costados de las puertas.
en invierno, te la regalo.
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